Había una vez un hombre que tenía una cabaña en las montañas. Cada sábado por la mañana conducía hasta su cabaña por un peligroso camino lleno de curvas cerradas, abismos sin vallas protectoras y engañosos virajes.
Una mañana de sábado, el hombre se dirigía a su cabaña. Al aproximarse a una de las curvas redujo la velocidad. De repente, del otro lado de la curva surgió un auto casi fuera de control. El auto estuvo a punto de caer por el abismo pero en el último momento su conductor consiguió ponerlo de nuevo en el camino. El auto avanzaba zigzagueando.
Al verlo pensó:
¡va a estrellarse conmigo!
El auto se avalanzó sobre él estrepitosamente. Justo cuando estaba a punto de golpearlo -en el último momento- se desvió bruscamente hacia su carril. Al pasar junto a él una mujer asomó su cabeza por la ventanilla y le gritó a todo pulmón "¡¡¡ BURRO !!!".
¿Qué?, pensó él. ¿Cómo se atreve a llamarme así?
¡Estaba exasperado por el insulto! De manera instantánea gritó:
"¡¡¡ BURRA !!!", mientras ella continuaba su camino.
"¡Yo estaba en mi línea!" ¡Era ella la que venía de un lado a otro!", rezongó.
Luego comenzó a controlar su ira; sonrió y se sintió complacido por su pronta y aguda respuesta.
"Le di su merecido", pensó muy altivo.
Acto seguido, pisó el acelerador a fondo, tomó velocidad alrededor de esa curva ciega...
¡Y se estrelló con el Burro!
Una mañana de sábado, el hombre se dirigía a su cabaña. Al aproximarse a una de las curvas redujo la velocidad. De repente, del otro lado de la curva surgió un auto casi fuera de control. El auto estuvo a punto de caer por el abismo pero en el último momento su conductor consiguió ponerlo de nuevo en el camino. El auto avanzaba zigzagueando.
Al verlo pensó:
¡va a estrellarse conmigo!
El auto se avalanzó sobre él estrepitosamente. Justo cuando estaba a punto de golpearlo -en el último momento- se desvió bruscamente hacia su carril. Al pasar junto a él una mujer asomó su cabeza por la ventanilla y le gritó a todo pulmón "¡¡¡ BURRO !!!".
¿Qué?, pensó él. ¿Cómo se atreve a llamarme así?
¡Estaba exasperado por el insulto! De manera instantánea gritó:
"¡¡¡ BURRA !!!", mientras ella continuaba su camino.
"¡Yo estaba en mi línea!" ¡Era ella la que venía de un lado a otro!", rezongó.
Luego comenzó a controlar su ira; sonrió y se sintió complacido por su pronta y aguda respuesta.
"Le di su merecido", pensó muy altivo.
Acto seguido, pisó el acelerador a fondo, tomó velocidad alrededor de esa curva ciega...
¡Y se estrelló con el Burro!
El indiviadualismo, la desconfianza en los otros y la competencia, sólo nos hacen escuchar amenazas cuando la vida, generosamente, nos está dando oportunidades.
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